En Latinoamérica, actualmente hay más de 300 millones de personas y 25 millones de PyMEs (pequeñas y medianas empresas) que se encuentran financieramente desatendidas. Esto significa que más del 50% de la población de los mercados emergentes no está bancarizado o se encuentra sub bancarizado, dificultando de esta manera enormes posibilidades de desarrollo y crecimiento.
Para mejorar la inclusión financiera en la región, es necesario entonces establecer una cultura de inclusión financiera que sea promovida como una prioridad transversal a todos los sectores de la sociedad y que pueda estar acompañada de políticas públicas y privadas consistentes que fomenten el acceso a cuentas de transacciones y otros servicios financieros, tales como los préstamos, créditos, ahorro e inversiones.
Asimismo, teniendo en cuenta el contexto postpandemia actual, donde la aceleración tecnológica impactó en la mayoría de los procesos y gestiones, resulta importante destacar la relevancia que tienen las plataformas digitales y las fintech para colaborar de forma masiva en este sentido.
Hoy en día, existen múltiples propuestas tecnológicas a través del uso de Internet, que no requieren la titularidad de una cuenta bancaria tradicional y que son fácilmente accesibles y escalables. El desarrollo de software financiero permite que cualquier individuo, emprendimiento o negocio pueda obtener productos y servicios financieros formales, generando un impacto positivo y bienestar social desde cualquier lugar del mundo. Tal es el caso de Finket, que ofrece tecnología financiera para empresas de cualquier tamaño y formato, con más de 80 microservicios que pueden implementarse de manera autónoma o combinarse entre sí para potenciar y expandir negocios y proyectos en pocas semanas.
Según informes del Banco Mundial, el Grupo de los Veinte (G20) – que incluye a Argentina, Brasil y México – se comprometió a promover la inclusión financiera a nivel global y reafirmó su compromiso de implementar los Principios de alto nivel del G20 para la inclusión financiera digital. Es decir, considera que la inclusión financiera es fundamental para colaborar en la reducción de la pobreza extrema y alentar la prosperidad compartida de las comunidades.
Países con inclusión financiera
De acuerdo con un relevamiento realizado a 55 países por The Economist, los países con mejores condiciones financieras desarrolladas durante la pandemia por Covid-19 son Colombia, Perú, Uruguay y Argentina, demostrando así el gran potencial que tiene la región latinoamericana para menguar esta brecha de desigualdad frente a otros países del mundo. Ante una emergencia sanitaria de escala global, estos países trabajaron para que sus instituciones financieras abrieran una ampla diversidad de canales digitales para sus clientes, que van desde las aplicaciones bancarias más tradicionales hasta procesos de apertura de cuentas en pocos minutos a través de teléfonos celulares e incluso canales de atención al cliente habilitados por WhatsApp, entre otras iniciativas eficientes.
Creando el ambiente para mejorar la inclusión financiera
¿Pero cómo generar un ambiente favorable para mejorar la inclusión financiera? Es preciso destacar que ninguna entidad o sector podrá lograr resultados favorables por sí mismos, sino que es necesario trabajar sinérgicamente entre gobiernos, empresas privadas y organizaciones del tercer sector, para que cada cual desde sus capacidades y alcance logre realizar su aporte de valor.
Sin dudas, el uso de la tecnología es un aliado fundamental, tanto desde la provisión de un servicio de Internet propicio, así como también con teléfonos móviles funcionales y baratos para las poblaciones en general.
Otro tema importante son las formas de pago, ya que las ventas y cobranzas atraviesan cualquier operación financiera. Cuanto más fácil sea migrar hacia medios de pagos digitales, más rápido será el aumento de personas, negocios, comercios y empresas que puedan ingresar al sistema formal sin dejar de desalentarse por las normativas o burocracias complicadas que hoy proliferan en muchos de los países de Latinoamérica.
Elaborar sistemas de identificación digitales asequibles también es una cuestión clave, porque la falta de identidad verificable es una de las razones principales que excluyen de los servicios financieros a miles de personas y organizaciones de todo tipo y sector.
Además, es imperante que los gobiernos desarrollen políticas y programas para colaborar con los sectores más marginados de la sociedad, facilitando incentivos especialmente pensados para sus necesidades. Tanto las mujeres de sectores más pobres como aquellos que viven en zonas rurales suelen tener mayores dificultades para abrir una cuenta bancaria, acercarse a una sucursal física o tener un teléfono móvil adecuado para realizar operaciones financieras.
El sector público también debe velar por una regulación que promueva el acceso a los servicios financieros, especialmente para aquellos que no están bien representados en el sector. Esto incluye promover productos y servicios innovadores, tales como la tecnología financiera y evaluar dicho impacto. Los bancos, los proveedores de servicios financieros y las fintech deben medir el efecto de sus productos y servicios financieros ya que esto colaborará a asegurar que estén propiamente diseñados para promover una inclusión financiera sostenible.
Incrementar el acceso a la educación financiera
Por su parte, la educación financiera es una disciplina fundamental para mejorar el conocimiento de los ciudadanos sobre los productos y servicios financieros disponibles, así como para ayudarlos a tomar decisiones más inteligentes y responsables. Es decir, la educación financiera es una herramienta prioritaria para facilitar a las personas a entender los conceptos básicos de la economía, el manejo de dinero, el ahorro y la inversión, a fin de que puedan tomar mejores decisiones financieras, a ahorrar y a desarrollar estrategias para alcanzar sus metas financieras, con la posibilidad de construir un futuro mejor para sí mismos y para sus comunidades.
Elaborar programas de educación financiera para escuelas primarias y secundarias que enseñen a los alumnos conceptos básicos de finanzas, organizar talleres y seminarios educativos financieros en comunidades locales, ofrecer recursos educativos online, como videos, podcast y artículos sobre educación financiera; establecer programas de becas para ayudar a los estudiantes a obtener educación financiera adicional y desarrollar una colaboración con entidades gubernamentales y privadas para elaborar programas de educación financiera son algunas de las iniciativas que pueden implementarse rápidamente para generar comunidades más conscientes e informadas en esta materia.
Incentivos del gobierno para instituciones que sirvan a consumidores sub-atendidos
Finalmente, tampoco hay que perder de vista a la instituciones y organizaciones que trabajan para servir a los consumidores que se encuentran sub atendidos. Los estímulos y los aportes económicos por parte de los gobiernos y también del sector privado, podrán colaborar en el desarrollo de una red sólida y robusta para apalancar propuestas productivas en el corto y mediano plazo.
Establecer incentivos para la adopción de productos financieros, brindar subvenciones para apoyar la creación de programas de educación que ayuden al sector sub atendido a entender sus responsabilidades como consumidores y establecer subsidios para la adquisición de dispositivos tecnológicos adecuados son un buen punto de partida.
Conclusiones
Si bien la inclusión financiera contiene varias aristas para su adecuado despliegue y desarrollo, son muchas las oportunidades que se presentan para promoverla, y sin dudas las plataformas digitales y las fintech a través del uso de la tecnología pueden ser una parte protagónica y fundamental de la solución. La oportunidad es aquí y es ahora; lo importante es estar en marcha y seguir trabajando para seguir consolidando sociedades más equitativas y sustentables.